martes, 25 de noviembre de 2014

Que la mucosidad no te impida disfrutar de las inmersiones

Imagen: Zaragoza Club Odisea


Hola!!

En el artículo que te traigo hoy voy a contarte una de las cosas más habituales del mundo del buceo y, que en ocasiones, nos puede dar algún que otro contratiempo y retrasarnos en poder disfrutar de nuestra inmersión.

Por si no lo sabes, te comentaré rápidamente que dentro de nuestra cabecita existen unas oquedades naturales llamadas senos paranasales. En ellos encontramos aire y algo de mucosidad; siendo ese exceso de mucosidad la que nos puede dar problemas a la hora de descender a las profundidades marinas.

Como puedes figurarte, al descender tenemos que hacer que nuestros tímpanos estén siempre en equilibrio para evitar problemas. Este equilibrio de los tímpanos los conseguimos realizando la maniobra de Valsalva.



-“Uy!, ¿voy muy rápido?”-.

Bueno, por si es la primera vez que te encuentras con todos estos términos o, si llevas ya algún tiempo metiendo la cabeza bajo el agua, creo que no está de más repasar de vez en cuando algunas cuestiones teóricas.

-“¡Vamos allá!”-. ;)

Vale, los senos paranasales los acabamos de mencionar y hemos indicado que son cavidades naturales que hay dentro de nuestra cabeza y que son el resultado de la evolución propia de nuestra especie. También hemos indicado que contienen aire y un nivel de mucosa que las revisten de modo natural.
El nivel de mucosidad se ve alterado (aumentado) cuando nos encontramos en algún proceso gripal o de otra enfermedad en la que el exceso de mucosidad esté presente, principalmente.

Te he comentado también que al descender tenemos que mantener equilibrados nuestros tímpanos.
Te cuento el porqué de esto.

Los tímpanos son unas finas membranas de nuestro oído interno y cuya función es vibrar a la hora de percibir los sonidos y nos ayudan a mantener el equilibrio.

Pues bien, cuando descendemos nos vemos sometidos a un incremento de la presión que el agua y la atmosfera ejercen sobre nosotros y que aumenta cuanta mayor sea nuestra profundidad en la inmersión. Este incremento de presión que soportamos hace que el cuerpo se “comprima”, siendo el modo natural de compresión la curvatura hacia el interior de los tímpanos; es decir, se invaginan.
Al principio hace que sintamos unas molestias para que, a continuación se produzca un dolor agudo en los oídos, haciendo inviable la inmersión y pudiendo provocar incluso la rotura del tímpano (en los casos más graves).

Para evitar esta situación desagradable los buceadores solemos realizar la maniobra de Valsalva; que consiste en pellizcarse la nariz y tratar de exhalar el aire por la nariz, de tal modo que al estar la salida taponada, tratará de salir por el lugar de menor presión; esto es, por el oído. En realidad, lo que conseguimos con esto es “darle un empujón” a los tímpanos desde dentro para que recuperen su posición natural y evitar así la situación anteriormente descrita.

El único inconveniente de esta maniobra es que podemos enviar ese posible exceso de mucosa a los conductos auditivos y provocar una infección o, que por exceso de mucosidad el aire no pueda llegar.

Otra forma de solventar la situación de invaginación de los tímpanos es hacer el mismo movimiento con las mandíbulas que haríamos a la hora de bostezar. E incluso con el simple acto de tragar saliva podemos recuperar el equilibrio de nuestros tímpanos.

Hay buceadores que para tratar de reducir al máximo la posibilidad de tener exceso de mucosa en los senos paranasales y evitar así el no poder realizar la maniobra de Valsalva, suelen mascar chicle, tomar caldos calientes o realizar baños de vapor que les ayuden a soltar “ese lastre”. ;)

Otra opción es la que te presento a final de este artículo. Es sólo cuestión de gustos y de probar cual es la que mejor resultado te da.



Nos leemos pronto!!

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